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Biografía de Quini [Enrique Castro]

Oviedo, 1949

Jugador de fútbol español. Procedía de una familia de deportistas muy ligada al fútbol; su hermano y su padre también fueron jugadores. Desde muy pronto despuntó como delantero dotado de un gran olfato goleador.

En 1968, tras unos años en el Ensidesa, debutó en la primera división con el Sporting de Gijón, donde transcurriría la mayor parte de su vida deportiva. En julio de 1980 fichó por el Barcelona por cuatro temporadas; el club catalán pagó por él una cifra astronómica en la época. En 1984 volvió a fichar por el Sporting de Gijón, equipo con el que se retiraría el 21 de agosto de 1987, en un partido-homenaje que le tributaron el Sporting de Gijón y el Real Madrid en el campo del Molinón

En su palmarés figuran dos Copas del Rey, una Recopa y una Copa de Liga, además de un Campeonato Continental Amateur. Fue máximo goleador de la liga española en cinco ocasiones: 1974, 1976, 1980, 1981 y 1982 (las tres primeras con el Sporting y las dos últimas con el Barcelona). Como internacional disputó 35 partidos con la selección española y participó en los mundiales de Argentina (1978) y de España (1982) y en la Eurocopa de 1980.

Además de por su habilidad casi sobrenatural como delantero, que le valdría el sobrenombre de "El brujo", Quini es también recordado por el dramático episodio de su secuestro, cuando descollaba como máximo anotador con el club barcelonés. El día 1 de marzo de 1981, después del partido Barcelona-Hércules, fue secuestrado cuando se disponía a ir al aeropuerto a recoger a su esposa. Durante muchos días su desaparición fue un misterio, pues los secuestradores tardaron bastante tiempo en ponerse en contacto con la familia.

Finalmente, tras complicadas negociaciones, pudo ser liberado el 25 de marzo de 1981, en Zaragoza, en un taller en el que había permanecido durante su secuestro. El asunto perjudicó no sólo al jugador y a su familia, sino también al F.C. Barcelona; la moral del vestuario se hundió y el equipo terminó dejando escapar un título liguero que tenía muchas probabilidades de ganar

Tras su retiro, Quini continuó vinculado al mundo del fútbol como secretario técnico del Sporting de Gijón, cargo que ocupó hasta junio de 1990. En mayo de 1990 participó en la Copa de Legendarios del Fútbol; el equipo español quedó en quinto lugar, y Quini anotó tres tantos. En junio de 1990 se hizo cargo del puesto de coordinador de la Escuela de Fútbol del Sporting de Gijón, destinada a niños de entre 6 y 14 años

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(Seudónimo de Anthony Rudolf Oaxaca; Chihuahua, México, 1915 - Boston, 2001) Actor de cine estadounidense. De padre de origen irlandés y madre mexicana, desde muy pequeño vivió en varios lugares de California. Tuvo que empezar a trabajar pronto, al tiempo que asistía a clase en el colegio Belvedere Junior Hight. La necesidad le llevó a aprender todo tipo de oficios, que desempeñó a lo largo de varios años (vendedor de periódicos, camarero, camionero, boxeador…).

El teatro le interesó desde joven: asistió a la escuela de Katherine Hamil y con veintiún años debutó en el Hollytown Theatre de Los Angeles. No obstante, circunstancias diversas le obligaron a mirar hacia el cine, medio en el que comenzó a aparecer en labores de "extra" en películas como La vía láctea, de Leo McCarey y Los buitres del presidio, de Louis Friedlander, ambas de 1936

Sus condiciones y rasgos físicos le condicionaron para interpretar papeles muy característicos (bucanero, sex-symbol, gángster o soldado y, con el tiempo, representante de todo tipo de pueblos: indio, mestizo, esquimal, árabe y ruso) que le permitieron, no obstante, alcanzar la seguridad que todo actor necesita.

Sus primeras intervenciones le abrieron lentamente la puerta (siempre con pequeños papeles) en películas de más renombre dirigidas por Mitchell Leisen (Comenzó en el trópico, 1937) y Cecil B. de Mille (Búfalo Bill, 1936; Corsarios de Florida, 1937; Unión Pacífico, 1939), en las que supo demostrar que podía interpretar papeles con más texto. En esta época, en la que trabajó especialmente para la Paramount, se casó con la hija de De Mille, Katherine, decisión que, lejos de ayudarle para progresar más rápidamente en la pantalla, le acarreó algunos inconvenientes

En los primeros años cuarenta se trasladó a la Warner, estudio que le proporcionó papeles más interesantes, y comenzó a labrarse una relación con actores y actrices de renombre. Ciudad de conquista (1940), de Anatole Litvak, Sangre y arena (1940), de Rouben Mamoulian y Murieron con las botas puestas (1941), de Raoul Walsh, fueron algunos de sus títulos. Se paseó por otros estudios como Paramount, 20th Century-Fox y RKO, en todo tipo de comedias, aventuras, musicales, westerns… y destacó especialmente su participación en Incidente en Ox-Bow (1943), de William A. Wellman

Al tiempo que obtuvo la nacionalidad estadounidense en 1947, regresó al teatro para interpretar en Broadway The Gentleman from Athens y, sobre todo, Un tranvía llamado Deseo, en el papel de Stanley Kowalski, en sustitución de Marlon Brando. Al éxito teatral se unió rápidamente el cinematográfico, pues ya le ofrecieron papeles más interesantes como el de Eufemio Zapata, hermano del líder campesino que interpretó Brando, en ¡Viva Zapata! (1952) de Elia Kazan, por el que recibió su primer Oscar de la Academia.


Anthony Quinn en La strada (1954)

De su incursión en Italia surgió otro sonado éxito por el complejo papel de Zampanó en La strada (1954), de Federico Fellini, que alcanzó más notoriedad tras el Oscar que recibió la película. De nuevo en Hollywood, su papel de Gauguin, el amigo de Van Gogh en la película El loco del pelo rojo (1956), de Vincente Minnelli, le sirvió en bandeja su segundo Oscar al Mejor Actor Secundario

Se mantuvo artísticamente entre Estados Unidos y Europa, con una prolífica trayectoria que, sin duda, le perjudicó a la hora de elegir mejor sus papeles. No obstante, estuvo siempre entre los repartos más interesantes de los años sesenta y alcanzó una excelente notoriedad por sus intervenciones en Los cañones del Navarone (1961), de J. Lee Thompson, Barrabás (1961), de Richard Fleischer, Lawrence de Arabia (1962), de David Lean, y, especialmente, Zorba el griego (1964), de Michael Cacoyannis, con la que obtuvo una nueva nominación al Oscar. En estos años se casó con Iolanda Addolori, a la que había conocido en el rodaje de Barrabás


En Los cañones del Navarone (1961)
y Lawrence de Arabia (1962)

Su estrella continuó brillando en las décadas siguientes para confirmar la grandeza de un actor capaz de adoptar mil y una caracterizaciones y estar siempre a la altura de las exigencias del guión. Su popularidad estuvo siempre por encima de la rentabilidad de muchas de sus películas como Las sandalias del pescador (1968), de Michael Anderson, La herencia Ferramonti (1975), de Mauro Bolognini, Los hijos de Sánchez (1978), El león del desierto (1979), de Moustapha Akkad, Valentina (1982), de Antonio J. Betancor, Fiebre salvaje (1991), de Spike Lee y así, hasta sus últimas apariciones en la gran pantalla

En televisión tuvo una notable presencia en numerosos programas desde su primera intervención en un episodio de la serie “Philco Playhouse” (1949). Pasó por “Schlitz Playhouse of Stars”(1951-55), “The Ed Sullivan Show” (1963), las series “La ciudad” y “El hombre y la ciudad” (ambas de 1971) y “The Mike Douglas Show” (1971), entre otros productos de consumo televisivo. Dirigió sólo una película: Los bucaneros (1958), de escaso éxito. Cultivó la pintura y escultura en sus últimos años de vida, en los que permaneció unido a la que fue su secretaria particular, Kathy Benvy

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